16 Dic, 2019

Egresó del colegio y emocionó a todos

Egresó del colegio y emocionó a todos

Un hombre argentino de 86 años se convirtió el viernes en el mejor ejemplo de que si se quiere, se puede. Se trata de Héctor Castro Vidal, quien se animó a terminar el secundario, y lo consiguió. Ahora quiere anotarse en los talleres de oficios del colegio industrial y no hay quien lo pare. "Estudiar me hizo feliz. La escuela, los profes y mis compañeros me alegraron la vida", contó.

Nació y se crió en Chile, en el campo de una zona entre Villarrica y Gorbea en la Región de la Araucanía. Era muy joven cuando conoció a Ana Luisa, con quien tuvo cinco hijos: Héctor, Rudi, Verónica, Marcela y Liliana. La mala situación económica provocó que tuviera que emigrar a la Argentina con 30 años y dejara a su familia del otro lado de la cordillera con esperanzas de ofrecerle una mejor vida.

"Un compadre me invitó y vinimos juntos hasta Bahía Blanca. Allí trabajé en la fábrica, pero llegaron los militares y nos echaron a todos. Nos tuvimos que escapar porque no querían extranjeros en la ciudad. De ahí viajé a Río Negro, donde se comentaba que se podía vivir bien. Comencé a trabajar en las chacras y luego me dediqué a la construcción: fui albañil toda mi vida", relató Héctor.

Una vez asentado en la ciudad recibió primero a sus dos hijos varones y luego a las mujeres. Pero Ana Luisa decidió quedarse en Chile. A los pocos años conoció a María Olga, también inmigrante, con quien se casó.

Lleva más de 40 años viviendo en el barrio Pichi Nahuel sobre la calle América. Pese a contar con una gran familia, con más de una docena de nietos, tiene la necesidad de salir a la calle y hacer cosas todo el tiempo para sentirse vivo. Y es así como hace cuatro años llegó al CEM 102 en el barrio San Lorenzo y se animó a cumplir con un gran sueño: terminar el secundario.

"Yo estaba casado, y cuando falleció mi esposa quedé solo, y decidí ponerme a estudiar. Mi familia me apoyó y me ayudó mucho. Me gustaba ir a la escuela, me divertía y la pasaba bien. Inglés y matemáticas me costaban un poco, pero mi nieta me ayudaba. Estoy muy contento de haber terminado, muy alegre", expresó. Señaló especialmente la buena predisposición de los docentes y de sus compañeros, que pese a ser todos más jóvenes, lo hicieron sentir uno más del grupo. "Trataba de ir siempre, solo faltaba cuando había mucho viento. Me iba caminando, en bicicleta o en colectivo. Siempre le buscaba la vuelta para no faltar", contó.

Héctor tuvo su acto de colación el viernes y fue ovacionado. Él fue el escolta de la bandera de ceremonias y le dieron el premio al mejor compañero. "Voy a extrañar la escuela, pero quiero anotarme en los talleres de oficios. Me gustaría aprender carpintería y plomería. Ahora cumplo con el requisito del secundario completo. A la gente de mi edad le quiero decir que se animen, que no es difícil", dijo.

El director del colegio, Gustavo Fernández, contó que el paso de Héctor por la escuela los cambió, y los hizo mejores personas.

“Fue nuestra primera experiencia con un adulto mayor, y fue muy emocionante. No sólo enseñamos, sino que aprendimos con él. Generó un impacto gratificante en toda la escuela y logró que los jóvenes se referencien en él. Se convirtió en ídolo”, manifestó.


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